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Elige el tipo de cocina y móntala tú mismo

Sin duda, una de las estancias más importantes de las viviendas. Un inmueble no puede calificarse de vivienda si no cuenta con una cocina. Para muchas familias o convivientes, es más que habitual considerar esta parte de la vivienda como punto de encuentro. Todo el mundo que vive en la vivienda tiene que pasar por ella cuando empieza el día, cuando finaliza y durante la jornada. Aunque su misión es clara y concreta: conservar, almacenar y cocinar los alimentos, las cocinas siempre terminan por convertirse en algo más. Dejando al margen las jornadas de limpieza profunda que hay que realizar de forma periódica para su mantenimiento, y la diaria para evitar la acumulación de grasa y demás suciedad.

En resumidas cuentas, la cocina es una de las estancias primordiales de toda vivienda y, por lo tanto, a todo el mundo, aunque luego no la utilice demasiado, le gusta tenerla bien arregladita y reformada. Ya no nos vale con disponer de un fuego, una nevera, electrodomésticos varios y algunos útiles. Las cocinas deben ser un alarde de ingenio, elegancia y decoración para todo aquel que las contemple. Un sitio que invita a cocinar y sentarse a tomar un café o tentempié, mientras se tiene una conversación interesante o se preparan los guisos o alimentos.

A lo largo de la historia, la cocina ha evolucionado de tal manera que podemos encontrar varios tipos, en función de su instalación y como se dispongan los elementos que la componen. Como expertos en la materia MC Modular Cocinas, nos ha hablado de los tipos de cocina y por supuesto, las ventajas de las cocinas modulares que tan bien conocen. En este artículo vamos a hablar precisamente de los tipos de cocina que existen para optimizar el espacio y de cómo es posible montar la cocina sin necesidad de contratar a un tercero, gracias a las cocinas modulares.

La distribución perfecta

Uno de los aspectos más valorables con los que debe contar una buena cocina es la funcionalidad. Para lograr este objetivo de la mejor manera posible, es esencial tener en cuenta las tres zonas principales en las que se puede dividir una cocina según la función que en ella se desarrolle.

El primero de esos espacios, no es otro que el de almacenamiento de alimentos, menaje y todo tipo de utensilios de cocina. En este punto se encuentran electrodomésticos como el frigorífico y el congelador, así como el mobiliario destinado al efecto.

Por otro lado, encontramos el espacio de limpieza o lavado, indispensable. Esta zona se compone por el fregadero y el lavavajillas o la lavadora (muchas veces ambos electrodomésticos).

La tercera zona con la que cuenta la cocina, no es otra que la de cocinado. Aquí, obviamente, se encuentran los electrodomésticos destinados a la cocina: vitrocerámica, horno, microondas… A tenor de todo lo citado, podemos encontrar diferentes tipos de cocina que cumplen con estas características y se adaptan perfectamente a cada tipo de hogar y espacio.

Así, encontramos cocinas tipo isla, en forma de U, península, en L o en línea. Veamos más detenidamente las características de cada uno de estos tipos.

Las cocinas en isla destacan por la amplitud que ofrecen, así como su elegancia, pues permiten realizar diferentes funciones al mismo tiempo. Desde cocinar hasta comer. Aportan distinción y funcionalidad al hogar pero requiere de un espacio amplio. Se trata de una opción versátil, sobre todo cuando la isla tiene ruedas y permite cambiar la distribución en cualquier momento. Dentro de este tipo de cocinas, es posible encontrar islas de tres tipos: cocina y lavado, apoyo y desayuno o comida.

Si lo que buscas es optimizar el espacio y una absoluta funcionalidad, lo mejor es una cocina en U: facilitan la movilidad y la eficiencia a la hora de cocinar y trabajar en la cocina. Se adaptan a espacios grandes y pequeños, ocupan solo tres de las cuatro paredes y cuentan con una única zona de acceso. Las ventajas que ofrece son la distancia más corta entre las zonas de trabajo, la facilidad de adaptar la distribución al espacio disponible y su elevada capacidad de almacenamiento.

A quienes les gusten las islas pero no dispongan de tanto espacio, las cocinas tipo península, son la opción posible. A diferencia de las otras cocinas, uno de los laterales se apoya en una pared. Esto implica que los elementos que la componen se ubican de forma perpendicular sobre una de las paredes dejando tres espacios para el acceso. Son habituales en casas con un tamaño reducido en las que se implementa una cocina con península tipo americana. En la que la barra o encimera ejerce como elemento diferenciador entre cocina y salón.

La tendencia más común en los últimos tiempos son las cocinas en L, sobre todo cuando se pretende unificar el espacio de la cocina con el del salón o el comedor, como las cocinas americanas. Son ideales para obtener un aprovechamiento máximo de las esquinas de las estancias, permiten la inclusión de una isla de almacenaje o una mesa de comedor. Como ventajas podemos destacar la elegancia, el aprovechamiento máximo del espacio y la posibilidad de desayunar o almorzar en ella.

En línea con la tradición, las cocinas en línea. No online ni conectadas con la red, sino las cocinas rectangulares con tamaño reducido que, cuentan con una distribución lineal dejando las paredes libres. Son las más adecuadas para estancias estrechas, permiten trabajar de manera eficiente y son fáciles de limpiar.

Dentro de estas diferentes categorías, existe a su vez, una infinidad de variedades y características que hacen posible encontrar la cocina ideal para cada espacio y vivienda.

La cocina en tus manos

Siempre puedes contratar a un montador de cocinas para que monte la cocina elegida. De hecho, siempre fue lo más habitual, hasta la llegada de los muebles tipo kit y las cocinas modulares que puedes montar con tus propias manos. Si tienes el interés y las ganas de ser tu propio montador o montadora de cocinas, vamos a proporcionarte los pasos necesarios para que puedas montar la cocina de tus sueños sin problema. Sea en L, U o con isla, solo necesitas un lápiz y las herramientas necesarias para realizar un montaje profesional.

La clave de un buen montaje es una buena planificación. Lo primero, la distribución, tener en cuenta los elementos fijos que requieren un punto de agua, conexión eléctrica… Un plano con los detalles necesarios, es ideal y necesario. No hay que olvidar las medidas precisas, detalles, contar con puertas, ventanas y salidas de humo, etc.

Una vez hecho el plano, procedemos al montaje de los módulos. Primero, los bajos. Se introducen los espigos en las perforaciones correspondientes, se atornilla el modulo, se encajan las piezas en los laterales, se coloca el costado y se atornilla el mueble. Por último se montan las patas que van encajadas en el casquillo que se encaja a su vez en los orificios del mueble. Se colocan los tirafondos y voilá, tenemos un mueble montado, con lo que podemos pasar al siguiente.

Para montar los módulos altos, se procede de la misma manera, con la salvedad de que estos siempre llevan trasera. Si se quiere, es posible encolar los espiguitos. Se colocan los colgadores, teniendo en cuenta que la lengüeta debe mirar hacia abajo. No es necesario atornillar, basta con encajar. Una vez montados, se colocan los módulos, procurando que las medidas de referencia coincidan o no oscilen más de cinco centímetros. Para ello, tomar el azulejo como punto de referencia.

Se presionan los colgadores, se separan las piezas colocadas en el azulejo, se hace la marca necesaria y se perfora el agujero, se regulan los colgadores y se comprueba la alienación del mueble.

Para ensamblar los muebles, se coloca un tirafondo, se comprueba su nivelación y que no cojeen, se unen con dos sargentos, ajustando uno arriba y otro abajo utilizando un tornillo especial y se retira el sargento. Se colocan las baldas y cortinas si procede, antes de colocar las puertas. Por último se coloca la cornisa o portaluz y se colocan los costados que vienen de fábrica y se colocan con tirafondos.

Se suben las puertas al módulo, preparado para su montaje y se encajan las bisagras. Primero la de abajo y luego la de arriba. Fundamental colocar la mano correcta de las puertas. Se tapan los orificios que no se utilizan y se regulan las bisagras. Por último, se colocan los tiradores dejando una separación de tres centímetros desde la base.

El zócalo se coloca una vez montados todos los módulos, ensamblados y fijados en la pared. Suelen venir preparados y listos para colocar. Se corta si es necesario ajustar la medida y se sujetan con grapas o abrazaderas.

Para culminar la obra de arte, falta la encimera, trazando en ella los elementos a encastrar y cortando con la sierra de calar. Se hacen cuatro agujeros y se introduce la sierra para cortar los contornos. Se coloca el copete fijado a la encimera, se atornilla y se encaja a presión.

Como se puede comprobar, no se trata de una tarea difícil, algo laboriosa en algunos pasos pero fácil de ejecutar si se tienen las ganas y el interés necesario. Ahora ya sabemos algo más sobre cocinas y como montarlas.

 

 

 

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