La obra de Joseph Kosuth, Una y tres sillas, no deja lugar a dudas. El arte, está en lo cotidiano, en los objetos que nos rodean, que son los que construyen el mundo. Pero antes de llegar a este mundo, estos objetos no existían, no tenían nombre, ni sentido, ni significado. Una vez que le damos un nombre, que le dotamos de sentido y de referencia, la idea sale del mundo inteligible para llegar al mundo sensible, donde adquiere una presencia real.